Por Fundación Heritage
En dos recientes ocasiones, Hugo Chávez, el populista y autoritario
presidente de Venezuela, expresó su cálido respaldo al presidente Obama . En opinión de Chávez, el presidente es el "tipo bueno" entre las figuras políticas de lo que él llama "el imperio".
Este fue el dudoso tipo de aprobación desinteresada que le concedió un tirano esquizofrénico a Obama y que muy probablemente incluso la Casa Blanca y sus maestros de la manipulación favorable encontrarán incómoda.
Siguiendo la estela de la campaña presidencial, el pasado fin de semana, Chávez volvió al tema de la política de Estados Unidos cuando comparó a su joven rival de la oposición, Henrique Capriles, con el candidato republicano a la presidencia de Estados UnidosMitt Romney , diciendo que "representan a la cruel y egoísta élite capitalista". Chávez también arremetió contra Romney por ser un representante de la "agenda de la extrema derecha que bordea...el fascismo".
Al igual que el presidente americano, Chávez está siendo fiel a su historial, pero sabe que debe abordar sus promesas incumplidas y una realidad problemática. La delincuencia, la alta inflación, el desempleo, la escasez de alimentos, la corrupción endémica, una constante ofensiva contra los derechos individuales y el desmoronamiento del Estado de Derecho se interponen como obstáculos en su apuesta por otros seis años como comandante en jefe de Venezuela. Lo mismo sucede, también, con la continua incertidumbre sobre su estado de salud real.
Ahora que Chávez ha expresado tan abiertamente su visión sobre la carrera presidencial de Estados Unidos y ha indicado su favorito, ¿no sería una magnífica idea que la Casa Blanca se quitase la piel de cordero de la diplomacia y contraatacase?
Sería un momento excelente para que el líder de la mayor democracia del mundo afirmase claramente que el 7 de octubre el pueblo de Venezuela tiene una opción evidente. Debe elegir entre un candidato de la oposición que puede, con el respaldo del pueblo venezolano, devolver el país a la senda democrática y empezar a reparar el daño causado por la Revolución Bolivariana y el socialismo del siglo XXI, y un gobernante aferrado al poder que es la antítesis de Estados Unidos y sus intereses y que hundirá aún más a su nación en un abismo autoritario.
Este fue el dudoso tipo de aprobación desinteresada que le concedió un tirano esquizofrénico a Obama y que muy probablemente incluso la Casa Blanca y sus maestros de la manipulación favorable encontrarán incómoda.
Siguiendo la estela de la campaña presidencial, el pasado fin de semana, Chávez volvió al tema de la política de Estados Unidos cuando comparó a su joven rival de la oposición, Henrique Capriles, con el candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos
Al igual que el presidente americano, Chávez está siendo fiel a su historial, pero sabe que debe abordar sus promesas incumplidas y una realidad problemática. La delincuencia, la alta inflación, el desempleo, la escasez de alimentos, la corrupción endémica, una constante ofensiva contra los derechos individuales y el desmoronamiento del Estado de Derecho se interponen como obstáculos en su apuesta por otros seis años como comandante en jefe de Venezuela. Lo mismo sucede, también, con la continua incertidumbre sobre su estado de salud real.
Ahora que Chávez ha expresado tan abiertamente su visión sobre la carrera presidencial de Estados Unidos y ha indicado su favorito, ¿no sería una magnífica idea que la Casa Blanca se quitase la piel de cordero de la diplomacia y contraatacase?
Sería un momento excelente para que el líder de la mayor democracia del mundo afirmase claramente que el 7 de octubre el pueblo de Venezuela tiene una opción evidente. Debe elegir entre un candidato de la oposición que puede, con el respaldo del pueblo venezolano, devolver el país a la senda democrática y empezar a reparar el daño causado por la Revolución Bolivariana y el socialismo del siglo XXI, y un gobernante aferrado al poder que es la antítesis de Estados Unidos y sus intereses y que hundirá aún más a su nación en un abismo autoritario.
No comments:
Post a Comment