Friday, August 10, 2012

Matar al padre


Matar al padre

En la vida es más fácil estar contra algo que hacer algo. Ese PAN redentor que iba a sacar a México del atraso priista terminó por no hacer lo que prometió.

Antonio Navalón

La prueba más difícil para un partido político es saber cómo le afecta el poder.
 
En la vida, como sabemos, es más fácil estar contra algo que hacer algo. Acción Nacional (ese PAN redentor que iba a sacar a México del atraso priista, que sería garante de una política sin clientelismo ni corrupción, y de una versión distinta de la ley de Herodes, el PAN de los mil días, el que iba a producir la modernización del país) terminó por no hacer lo que prometió.



Sin duda alguna, dicho partido tiene un papel fundamental cuando se trata de comprender la historia mexicana moderna. Desafortunadamente para los panistas, no hay que referirse al partido cuando estuvo en el poder, sino a aquel tiempo en el que desarrolló el gran cambio del Estado a través de pactos entre Diego Fernández de Cevallos y Carlos Salinas de Gortari.


Hoy Felipe Calderón es uno de los políticos más vigorosos del panorama nacional. Observe usted: está a menos de 100 días de dejar la Presidencia –que según nuestra historia, tradición y Constitución, es el final de una carrera política– y sigue luchando y tratando de seguir presente en la vida nacional ejerciendo el control sobre su partido.


Desde Plutarco Elías Calles no se había visto nada igual, en dos sentidos. Calles fue realmente el último comandante en jefe del Ejército Mexicano. Los demás presidentes lo fueron nominalmente, hasta que llegó Calderón.


Calles usó su poder para regresar a los triunfadores de la Revolución a los cuarteles y sacó a los generales de la vida pública. Por su parte, Calderón sacó a los militares de los cuarteles, plantó cara al narcotráfico y le deja a Enrique Peña Nieto un panorama que requerirá mucha comprensión y trabajo.


Sobre todas las cosas, Felipe Calderón, el hombre que ganó la Presidencia de la República, la candidatura desde el partido, tuvo después, en su condición de presidente de México, uno de los peores rankings del PAN. Perdió la mayoría en la elección intermedia en 2009; volvió a perder en los comicios para elegir gobernadores, y la única vez que pudo ganar, fue cuando hizo alianza con el PRD contra el PRI.


Ahora el PAN vive una de las situaciones más curiosas. Normalmente, las manifestaciones son contra el presidente en turno, quien justo al final de su mandato, tiende a ser discreto y tranquilo. Calderón, sin embargo, no ha tenido ninguna manifestación en su contra –hasta ahora– y, curiosamente, se comporta como si apenas fuera rumbo a la Presidencia, no como si estuviera a punto de salir de Los Pinos.


Calderón sabe que la gran prueba de fuego, lo que él ha definido como la “refundación de la política en México”, no solo la de su partido, ha sufrido un cambio dramático. Y ¿en qué consiste este cambio? En recuperar toda una lista de objetivos, valores, propuestas, toda una forma de hacer política de diferente manera.


Ahora sí estoy de acuerdo con él. Solamente se puede ganar el poder cuando corres por un partido en el gobierno a favor del gobierno, porque contra el gobierno es una locura, salvo que –en realidad– trabajes para que gane el contrario.


¿A favor de quién está corriendo Felipe Calderón en su intento por controlar al PAN? ¿A favor de un blanquiazul reducido a ser el socio de las grandes reformas de los priistas que controlan el Congreso y el Senado (Manlio y Gamboa), o bien, a favor de ser el tercer partido de ruido, si es que hay entendimiento entre la izquierda y el PRI para cambiar el panorama?


Felipe Calderón aspira a administrar la construcción de una nueva agenda nacional, especialmente desde la perspectiva de las cuestiones de seguridad. ¿Podrá hacerlo?

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