Inmediatamente coincidiendo con la retirada de las fuerzas de EE.UU. de Irak, una serie coordinada de explosiones mortales se apoderó de Irak, lo que llevó a la masacre de decenas de civiles. El 22 de diciembre de 2011, múltiples explosiones de bombas ocurrieron simultáneamente en Bagdad, que causaron la muerte de decenas de civiles inocentes. Otra serie de explosiones dirigidas a peregrinos musulmanes chiítas el viernes (6 de enero) mataron al menos a 71 personas.
La mayoría de las explosiones se dirigen maliciosamente a los musulmanes chiítas con el objetivo de inspirar el sentimiento y la duda de que es una cuestión de violencia sectaria, un complot ideado por los EE.UU. y sus aliados para justificar que los políticos iraquíes tienen la intención de provocar un descomunal "derramamiento de sangre" que poco a poco despedazará al país.
En la situación actual, Washington está redefiniendo la guerra en Irak mediante el fomento del caos y la conmoción en el devastado país, con tres motivaciones evidentes:
1. Para crear la impresión de que la retirada de las tropas de EE.UU. fue un error y que el país se está hundiendo en el caos con increíble rapidez, lo que justifica su debacle en el país.
2. Para sembrar las semillas de la guerra sectaria en Irak, que es el hogar de varios grupos étnicos y sectas religiosas con la intención expresa de volver a instalar los elementos del régimen Baath del ejecutado dictador Saddam Hussein, que sin duda, pueden salvaguardar los intereses del gobierno de EE.UU..
3. Para devolver la guerra que perdió al cuidado de los wahabíes saudíes apoyados por los miembros de Al Qaeda y los miembros del partido Baath, que intensamente impulsan y practican el extremismo, el fanatismo y el terrorismo para los mejores intereses de Washington. El trío pernicioso, que trabaja bajo los auspicios de la CIA y el Mossad, ayuda a inclinar la balanza a favor de la inseguridad, la inestabilidad y la división en la estratégica región de Oriente Medio.
En paralelo con la práctica diabólica misma, Washington ha contratado a mercenarios de financiación saudí para orquestar un escenario similar, con consecuencias más devastadoras en Siria por ejemplo, para el derrocamiento del popular gobierno anti-israelí y con ello la eliminación de uno de los principales aliados de Irán y dar fuerza al régimen sionista en la región. Ni que decir tiene, que mientras mas fuerza tiene el brazo político y militar de Israel en Oriente Medio, mas garantizados están los intereses de Washington en la zona, ya que ambos están cortados igual con intereses comunes y la misma ideología política.
El viernes (6 de enero), un atacante desconocido detonó explosivos en un semáforo en el barrio densamente poblado de Al-Midan, en Damasco, matando al menos a 25 personas en su mayoría civiles e hiriendo a decenas más. Se teme que la cifra aumentará a medida que algunos de los heridos están en estado crítico. Siria acusa a al-Qaeda de los atentados terroristas.
Otro ataque terrorista de esta naturaleza ocurrió hace unas dos semanas (23 de diciembre de 2011), cuando dos atentados con bombas mataron al menos a 44 personas fuera de los edificios de inteligencia sirios.
Cuando se examina de cerca, uno puede ver que Occidente tiene motivos suficientes para contribuir a la violencia en Siria cuando los observadores de la Liga Arabe anunciaron su inspección de la ciudad de Homs, que fue retratada como el escenario de la extrema brutalidad por parte de las fuerzas de seguridad de Assad, y que llegaron a la conclusión de que no había nada "alarmante" en la ciudad, lo que implica que los medios de comunicación occidentales habían insertado su sensacionalismo familiar en el tema. Así que el informe de la Liga Árabe frustró y desilusionó a Occidente, ya que nunca había esperado un informe con tal positivismo.
Además, los levantamientos populares contra déspotas instalados por han disminuído radicalmente el poder del gobierno de EE.UU. y del régimen israelí. De hecho, con la primavera árabe instalada en cualquier país musulmán en el Medio Oriente o África del Norte, el régimen israelí está más arraigado en el aislamiento político y la alienación.
La verdad es que EE.UU. ya está desestabilizando Oriente Medio sin ayuda de nadie y conduciéndolo a la crisis regional.
Para colmo, Washington está tratando de minimizar el papel constructivo y pacífico de la República Islámica en la región y echar toda la culpa por la inseguridad a Irán. Teniendo en cuenta el hecho de que los halcones de la Casa Blanca están marcadamente aumentando su tono de retórica de guerra contra la República Islámica de Irán y los esfuerzos infatigables y polifacéticos de Washington de demonizar a Irán y colocarla en una fábula de horror nuclear, ha trascendido que no tienen otra intención que el lanzamiento de un ataque militar contra el país y por lo tanto convertir el Oriente Medio en un cementerio y recoger los beneficios de sus malas intenciones.
La violencia engendra violencia. Con la crisis creciendo en la región, Washington estará en mejores condiciones para pescar en río revuelto y cumplir con su largamente acariciado sueño de ejercer el control sobre el Oriente Medio mediante la eliminación de Irán, que aún se yergue en el frente de las amenazas.
Irán está planeando llevar a cabo nuevas maniobras militares en el Estrecho de Ormuz y el anuncio anterior de que estaban dispuestos a cerrar el Estrecho de Ormuz si se imponían sanciones sobre el petróleo del país, no es para tomarla a la ligera. Sólo recientemente, la Unión Europea pidió sanciones contra el petróleo del país, un acto que ha sido interpretado por los funcionarios iraníes como "guerra económica". Esto llega en un momento en que Israel y EE.UU. están planeando llevar a cabo extensas maniobras militares conjuntas en la región. El comandante naval de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC), el almirante Ali Fadavi, dijo que las pruebas que se llevarán a cabo en febrero serían "diferentes en comparación con ejercicios anteriores en poder de los Guardianes de la Revolución". Sin embargo, los detalles de los ejercicios militares no han sido anunciados.
Es evidente que Washington y Teherán están en espadas cruzadas ahora y no se recuerda un momento en que Teherán halla estado tan audaz y desafiante ante el rostro de las políticas del garrote de los EE.UU.
Sin embargo, parece que Washington nunca antes ha estado en tierra firme. Irán no es Afganistán ni es Irak. Irán es un país con un súper poderoso aparato militar, muchos aspectos de los cuales aún no conoce Washington. Por lo tanto, los halcones de EE.UU. mejor que lo piensen dos veces antes de poner sus planes expansionistas diabólicamente en la práctica o de lo contrario pronto se darán cuenta de los fundamentos mal calculados, equivocados y mal interpretados en donde han construído sus presunciones acerca de Irán.
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