Thursday, August 9, 2012

Partido en busca de líder


Partido en busca de líder

Juan José Rodríguez Prats
 
La crisis del PAN tiene principalmente dos responsables: Felipe Calderón Hinojosa y Gustavo Madero Muñoz.
 
El primero no respetó los ordenamientos internos ni los órganos de toma de decisión de su partido; actuó con la misma mentalidad priista que tanto criticó. Al haber sido designados por el presidente Calderón, Germán Martínez y César Nava, nunca defendieron la vida institucional de su partido. Nunca se esperó una actitud similar de Gustavo Madero, quien se doblegó ante el poder presidencial.



El inicio de la crisis panista tiene fecha y lugar: León, Guanajuato, 2 de junio de 2007, cuando se prefabricó un abucheo contra el jefe nacional panista, cuyo principal pecado fue no subordinarse. Entonces se rompió una tradición de civilidad y de respeto sostenida por Acción Nacional como parte fundamental de su doctrina: el humanismo político.


Humanismo es un término utilizado con distintas concepciones. Sartre hablaba de un existencialismo humanista; también se ha hablado de un humanismo marxista y existe inclusive un humanismo ateo. El PAN sostiene un humanismo cristiano, trascendente, y recoge principalmente la filosofía de Aristóteles, santo Tomás y Jacques Maritain.


Para los fundadores panistas, más que una doctrina, el humanismo es una forma de ser, cultivando virtudes y sosteniendo el honor y la ética vinculada a la política. Una lucha generosa y patriota que unió a los panistas por varias décadas, sabiendo que se enfrentaban a un Estado autoritario y que las posibilidades de triunfo eran a largo plazo, preparando ciudadanos y cultivando la democracia.


A eso se refería Manuel Gómez Morín con su frase “Que nunca falten motivos espirituales en nuestra lucha política”. Desafortunadamente, el poder trastornó a Acción Nacional.


La verdad o falsedad de una proposición debe ser juzgada por los efectos de su aplicación. En el caso del PAN, fallaron los hombres. Hay cosas positivas de las cuales podemos presumir, pero en lo referente al partido, se envió una señal nefasta a la sociedad al no responder plenamente a las expectativas. Con todo, vale la pena luchar por el PAN; sin él, la vida democrática de México es inconcebible.


Ante la renovación de la dirigencia nacional —esperemos sea hasta el año próximo—, varios militantes han levantado la mano, pero sinceramente no me entusiasman, no son los hombres idóneos; algunos de los apuntados incluso “me ponen la carne de gallina”. Pero siempre han surgido hombres idóneos que han rescatado al PAN en sus momentos críticos. Se crece en la adversidad porque ese es su origen. Y origen es destino.


En un afán propositivo, me atrevo a mencionar los nombres de quienes, considero, podrían dirigir hoy al PAN. No son facciosos, no se les identifica con los grupos involucrados en la lucha interna, han probado su entereza y se han conducido conforme a los principios panistas en los cargos públicos. Los menciono en orden alfabético:


Antonio Lozano Gracia, quien rompió con una regla no escrita de respeto a los ex presidentes y a su familia, al haber procedido penalmente contra Raúl Salinas de Gortari. Esta decisión propició el derrumbe del actual sistema político.


Juan Carlos Romero Hicks fue un excelente rector. Gobernó además Guanajuato de manera honesta y eficaz y se distinguió por haber respetado íntegramente a su partido.


Ernesto Ruffo Appel. Primer gobernador de Baja California, es recordado con aprecio y afecto por su buen desempeño. Su estado sí percibió el cambio por su forma de hacer política, vinculándola con la ética.


Los tres encajan en ese humanismo político antes mencionado. Son sencillos, amables, cordiales, cualidades indispensables para reconciliar. En otras palabras, calidad humana, contraria a la soberbia y al resentimiento. Eso precisa hoy el PAN para poder darle dignidad a la militancia, lavando sus heridas y retornando a la camaradería castrense.

 

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